Els fills de mares a la presó


La majoria de les dones empresonades són mares.
Empresonar a una dona que és mare pot implicar no només la violació dels seus drets,sinó també dels dels seus fills. Quan una mare és empresonada, el seu nadó i / o nens petits poden viure a la presó amb ella o poden quedar-se 'fora' i viure separats d'ella. Les dues situacions
poden posar en risc als nens.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Los bebés y niños/as en la cárcel

Algunas mujeres pasan parte de su embarazo o todo su embarazo en la cárcel y dan a luz allí mientras cumplen su sentencia. El vínculo de un infante con su principal cuidadora es esencial para su desarrollo emocional a largo plazo; por esto debe dársele una alta prioridad. Si las madres dan a luz mientras cumplen su sentencia o son encarceladas cuando ya tienen un(a) bebé o hijo/a pequeño/a, dicho infante puede acompañar a la madre y vivir con ella en la cárcel. Los recursos e 13 instalaciones especiales disponibles para madres y bebés en la cárcel varían, pero normalmente consisten en una vivienda dentro de una Unidad maternoinfantil. A veces se proporcionan juguetes a los niños y la madre puede tener mayor libertad en
términos de permanecer en una habitación sin cerrojo, con acceso a la cocina en donde puede preparar comida para el infante, etc.
Existen pocas Unidades maternoinfantiles debido al número reducido de mujeres encarceladas con niños viviendo con ellas; esto significa que la madre asignada a una Unidad maternoinfantil va a quedar muy lejos del resto de la familia. Esto dificultará las visitas y mantener el contacto con los demás hijos e hijas que pudiera haber en la familia. Otras preocupaciones en relación a los/as bebés y niños y niñas
que viven en la cárcel son los efectos que esto tendrá en su desarrollo físico, mental y emocional.
El tiempo que los bebés e infantes pueden permanecer en la cárcel con sus madres –e incluso el acceso a esta posibilidad- variará considerablemente de un país a otro. La separación puede ser una experiencia muy traumática para la madre y para la hija o hijo. En algunos países se trata de que el proceso de separación sea lo más gradual posible, a fin de reducir el dolor y el trauma de la separación.
Los bebés e infantes que viven en la cárcel con sus madres también requieren de servicios de salud especializados. Las mujeres que saben que les quitarán a su hijo/a poco después de que nazca pueden presentar problemas psicológicos y/o rechazar al bebé o evitar vincularse con él/ella.

1 comentario:

  1. Laura!
    he trobat un article molt interessant que m'ha fet pensar moltísim, crec personalment que els nens no haurien d'estar interns amb les seves mares.
    Crec que estar a la presó és una vivència que cap nen ha de patir, aquelles mares que estiguin embarassades crec que haurien de donar els seus fills als avis o família, o bé, donar-los en adopció perquè pensant en el nen això és un trauma que costa molt de superar.
    Les mares ja estan paguen pel seu delicte i amb això no s'ha de incrementar la pèrdua del fill, però crec que des del punt de vista dels nadons és molt cruel.
    Aquesta és la meva opinió personal, aquí et deixo un article amb el link que m'ha agradat molt.

    "156 MENORES DE TRES AÑOS VIVEN EN ESPAÑA JUNTO A SUS MADRES PRESAS
    Los niños de la cárcel
    Pablo tiene un año y medio y unos ojos grises enormes. Mira serio a María, que intenta sin éxito hacerle sonreír. Permanece impasible a las carantoñas. No tuerce el gesto. Ni para reír ni para llorar. Su vida transcurre entre los muros de la cárcel de Aranjuez, donde vive junto a su madre presa. Parece más adulto que la mayoría de los adultos que le rodean.
    La mirada de Alba también inquieta. No conoce otra vida que la que hay en prisión. Tiene un año y medio y ha nacido dentro. Hasta hace unos meses compartía celda con su hermana Jessica. Ahora ella está fuera porque ha sobrepasado el límite de tres años que fija la ley para que los niños permanezcan junto a sus progenitoras. Tras su tercer cumpleaños, Jessica salió del centro penitenciario para seguir creciendo en un centro de acogida.
    En algunos casos existen familiares 'naturales' que se hagan cargo de estos niños que comienzan a vivir en la cárcel. Pero son excepciones, la mayoría termina en el seno de familias de acogida.
    Pablo, Alba y Jessica son tres de los 156 menores que viven actualmente en centros penitenciarios españoles. Sus madres deben cumplir condena y han elegido que ellos les acompañen. Algunos han nacido en libertad; otros, dentro del centro porque dio la casualidad de que la interna estaba embarazada cuando ingresó. En ocasiones el destino ha sido forzado. Las madres presas tienen condiciones más suaves que las que cumplen condena en los módulos comunes, por lo que es habitual que aprovechen los 'vis a vis' para concebir hijos.
    "¿Qué es más cruel, qué crezcan dentro de la cárcel o que lo hagan fuera pero sin sus madres?", se pregunta Daniel de la Rosa, coordinador de la ONG Horizontes sin Fronteras, que cada fin de semana acude a las cárceles españolas para sacarles a que disfruten de unas horas de aire libre. Lleva seis años trabajando con ellos y sus madres en el penal de Aranjuez. Conoce bien cuál es el precio de comenzar a desarrollarse bajo la limitación del espacio.

    En Aranjuez viven actualmente unos 20 menores de tres años. Algunos están en el módulo F1, el único de toda España destinado a familias, junto a su padre y su madre. Otros carecen de figura paterna y viven sólo con sus madres en el F2. Su día a día es bien distinto del de la mayoría de los niños de su edad.
    Once de ellos, los más afortunados, han conseguido plaza en una de las guarderías públicas de la Comunidad de Madrid y abandonan cada día la cárcel para ir a clase. El resto tiene que conformarse con el centro infantil de la prisión. Gloria Bernal, responsable de la ONG, explica que los más pequeños permanecen en el centro mientras que los que tienen de dos a tres años salen a la guardería. Pero no todos, "algunas madres no quieren que vayan".
    Esos niños tienen que pasar las mañanas allí, "con juguetes limitados, sin hierros, sin pilas", mientras sus madres desempeñan las tareas que tienen asignadas. Por la tarde permanecen en la celda junto a ellas. Sus juguetes no son los mismos y tampoco lo es su campo de juego, que se reduce al patio de la prisión.
    http://www.elmundo.es/elmundo/2006/11/14/solidaridad/1163505079.html
    Molt interessant, m'aniré passant!

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